Un cartel y unos colores

El hecho en sí ocurrió en el año 2006 en un instituto de la Comunidad de Madrid. A un grupo de alumnos y alumnas se les pide que realicen un trabajo que consiste en hacer carteles sobre diferentes temáticas que luego se expondrán en la clase. Una vez expuestos todos los carteles por las paredes del aula, una de las profesoras de este grupo ordena quitar uno de los trabajos por el simple hecho de llevar un dibujo donde está representada la bandera del arcoíris, símbolo de la comunidad LGTBIQA+. La autora del cartel acude a la tutora de su clase para denunciar lo que le ha ocurrido. Finalmente, y tras plantear la situación al equipo directivo del centro, se decide que el cartel debe seguir expuesto en la clase al igual que el resto de trabajos. 



Con esta acción se discrimina por un lado a la alumna que ha realizado el cartel y, por otro lado, a cualquier persona que forme parte de este colectivo.

La situación va más allá del mero hecho de quitar el cartel. Primero, supone un acto de discriminación directa sobre la alumna y segundo, obliga a la persona a tener que enfrentarse a una situación conflictiva por una decisión tomada por una profesora. La alumna se encuentra en una situación de desigualdad frente a la autoridad que representa la profesora. En otras ocasiones, lo normal podría haber sido acatar la orden de la autoridad y sufrir la discriminación frente al resto de alumnos de la clase. Actos como este no ayudan a expresarte tal y como eres y lo que sientes. 

Ya han pasado muchos años desde que sucedió el hecho y en aquel momento la respuesta dada por el centro considero que fue la adecuada. Pero para evitar que se produzcan este tipo de situaciones, tendría que haber consecuencias para las personas que las provocan. 

La diversidad está en todos los ámbitos de la sociedad, incluidos los centros educativos.


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